Las revoluciones digitales que se están dando en las últimas décadas ponen al ser humano ante dilemas que hasta ahora no existían. En el momento en el que tenemos mayor acceso a la información y a cualquier tipo de contenido, también sentimos que estamos siendo más engañados. La era de la información que nos prometían ha pasado a ser una avalancha de datos y estímulos que tratan de alcanzar nuestras emociones, más que nuestra razón. De esta forma, el conocimiento queda en un segundo plano, ensombrecido por el simple entretenimiento y el ocio. Y no es que esté mal disfrutar de un rato de desconexión viendo vídeos que nos gustan. El problema es que la desconexión mental viene dada por una hiperconexión neuronal a las pantallas, que nos está volviendo irónica más asociales en un mundo de redes sociales. Buscamos la aprobación de los demás a través de likes y comentarios, pero estamos cada vez más aislados de la gente que tenemos cerca.
Y esto no es algo que se venga dando desde hace pocos años. Ya se advirtió cuando la tecnología pasó a ser una herramienta tan poderosa que abstraía de la realidad a aquellos que las utilizaban. Claro que tener un teléfono móvil puede ayudarnos a estar en contacto con los nuestros, especialmente si están lejos. Pero en muchas ocasiones, el hecho de estar pendientes de la pantalla nos impide involucrarnos al cien por cien en la conversación que estamos teniendo con nuestros amigos, cara a cara. Es una mala costumbre que estamos adquiriendo a velocidad de crucero, como la de sacar fotos de cada momento “mágico” para compartirlo luego en las redes. No somos capaces de disfrutar de ese instante sin cámaras de por medio, sin pensar en lo que los demás nos van a decir cuando subamos la foto. Estamos perdiendo esa naturalidad a la hora de vivir y disfrutar como lo hacíamos hace tan solo veinte años. Las redes sociales están generando cosas grandiosas, pero también pueden convertirse en un gran problema, sobre todo si son utilizadas para objetivos menos positivos. De hecho, en los últimos tiempos hemos visto como estas redes se sexualizan hasta el extremo, sirviendo incluso como plataforma de promoción de trabajos sexuales.