La razón de ser de las redes sociales es, básicamente, conocer e interactuar con otros. Nos unimos a Facebook, Twitter o Instagram para formar parte de una comunidad de miembros con la que compartimos aficiones, somos seguidores de un equipo o estamos locos por la música de alguna estrella pop.
Buscamos un patio de butacas donde ver y escuchar lo que pasa en ese escenario inmenso que es la red y, al mismo tiempo, necesitamos de un altavoz que amplifique la nuestra y nos dé a conocer ante el resto del mundo.
En el caso de que estemos construyendo una marca personal, disponer de un buen número de seguidores es capital para darnos a conocer y que cada contacto se convierta en un potencial agente de ventas del producto o el servicio que prestamos. No obstante, no importa si no tenemos nada que vender, pues serán otras marcas las que acaben interesándose en nosotros para que promocionemos el nuevo videojuego, el nuevo carrito de bebé, o cualquier otro producto relacionado con la tipología de nuestro canal o el contenido que subamos.
Es por ello que es vital lograr un buen número de seguidores de calidad. Esto servirá para que aprendamos mucho de ellos y, de la misma manera, dispongamos de una audiencia activa con la que darnos a conocer.
Con ello promocionaremos nuestra marca personal, nos dará la oportunidad de hacer con los followers marketing no invasivo y, quizás, aumentar nuestras ventas.
Como efecto de arrastre, lograremos atraer más tráfico a nuestro blog o sitio web y, de forma complementaria, relacionarnos y comunicarnos con otros. Asimismo, nos permitirá obtener de primera mano una valiosa fuente de ideas para escribir nuevos artículos para el blog.

Otras de las grandes aportaciones que ha traído la revolución digital y el uso masivo de Internet es la de haber logrado que surja una nueva casta de profesiones hasta entonces desconocidas.
Profesiones como community manager, experto en Big Data o en SEO, SEM o Aso, técnico en e-commerce o redactor de contenidos, son algunas de las muchas nuevas ocupaciones que se han abierto paso, y con gran éxito, en esta sociedad moderna.
Uno de estos casos más sorprendentes son los de los influencers. Sin tener que poseer grandes conocimientos técnicos en ninguna materia específica, los ingresos que generan lo logran a través de mucha palabrería, un talento natural para convencer a otros y la pasión que dedicarse a hablar de aquello que más les gusta.
En cuanto a los ingresos medios, también en esto hay categorías. Están los influencers con un número limitado de seguidores cuyo caché está entre los 80 y los 100 euros, y los reyes del mambo de esta profesión que, al tener una legión de fans que superan el millón de incondicionales, sus mensajes puede a llegar a reportarles hasta 3.000 euros por cada uno de ellos.